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NO ES LO QUE PARECE
El inmenso
ejército avanzaba. Repetían su consigna desde el inicio de los tiempos. Repetían
la frase a cada paso. La tenían escrita en sus armaduras y escudos. Los
tambores parecían corearla al viento en cada redoblar. El ejército no se
detenía nunca mientras gritaban: No es lo que parece.
El más joven
guerrero del gigantesco ejército había sido elegido para la gloria, iría… en la
primera línea.
Sobre el
horizonte comenzaba a crecer un fino surco, gigantesco. Los rugidos del enemigo
eran oscuros, indescifrables. El perfil de la hueste se acercaba… amenazante.
El joven guerrero
sintió a sus hermanos tras de sí. Se prometió no mirar atrás. Y subió a su
caballo, el más joven de los caballos. El aliento del inmenso regimiento a sus
espaldas le daba coraje y fuerza.
Y avanzaron. Galopando,
a lomos de sus caballos, sin mirar atrás, veloces como el viento. Y las
trompetas resonaban en la lejanía, ya muy detrás de ellos. Corrían a enfrentarse
con la primera línea de caballos del enemigo, bajo el palpitante ritmo de la
frase que les había dado fuerza. Miró a sus hermanos a su lado mientras
levantaba la espada gritando con toda su rabia. Los caballos se acercaban. Vio
las caras del enemigo contorsionadas por la furia asesina justo antes del choque.
El más joven
guerrero hundió su espada mientras sentía su propia sangre brotar. Miró a los
ojos de su enemigo quien a su vez contuvo el aliento. Ambos jóvenes, heridos de
muerte, idénticos en todos los detalles, no pudieron sino pensar en sus hermanos,
justo antes de morir con una frase en sus labios: no es lo que parece.
1 comentario:
Me ha encantado el ritmo con el que confluyen música y texto, hay algún momento que realmente emociona. Creo que hace falta un silencio, un punto y aparte después de que el joven héroe se monte al caballo, antes del ataque.
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