lunes, 19 de mayo de 2008

La Batalla


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NO ES LO QUE PARECE

El inmenso ejército avanzaba. Repetían su consigna desde el inicio de los tiempos. Repetían la frase a cada paso. La tenían escrita en sus armaduras y escudos. Los tambores parecían corearla al viento en cada redoblar. El ejército no se detenía nunca mientras gritaban: No es lo que parece.

El más joven guerrero del gigantesco ejército había sido elegido para la gloria, iría… en la primera línea.

Sobre el horizonte comenzaba a crecer un fino surco, gigantesco. Los rugidos del enemigo eran oscuros, indescifrables. El perfil de la hueste se acercaba… amenazante.

El joven guerrero sintió a sus hermanos tras de sí. Se prometió no mirar atrás. Y subió a su caballo, el más joven de los caballos. El aliento del inmenso regimiento a sus espaldas le daba coraje y fuerza.

Y avanzaron. Galopando, a lomos de sus caballos, sin mirar atrás, veloces como el viento. Y las trompetas resonaban en la lejanía, ya muy detrás de ellos. Corrían a enfrentarse con la primera línea de caballos del enemigo, bajo el palpitante ritmo de la frase que les había dado fuerza. Miró a sus hermanos a su lado mientras levantaba la espada gritando con toda su rabia. Los caballos se acercaban. Vio las caras del enemigo contorsionadas por la furia asesina justo antes del choque.

El más joven guerrero hundió su espada mientras sentía su propia sangre brotar. Miró a los ojos de su enemigo quien a su vez contuvo el aliento. Ambos jóvenes, heridos de muerte, idénticos en todos los detalles, no pudieron sino pensar en sus hermanos, justo antes de morir con una frase en sus labios: no es lo que parece.



1 comentario:

ALFONSO SALAZAR dijo...

Me ha encantado el ritmo con el que confluyen música y texto, hay algún momento que realmente emociona. Creo que hace falta un silencio, un punto y aparte después de que el joven héroe se monte al caballo, antes del ataque.